Esta sección presenta algunos extractos del libro de preguntas y respuestas "Gotas de Néctar" de Pier Franco Marcenaro.
Anécdota: Maestro-discípulo
Había una vez un discípulo que fue donde estaba el Maestro y le dijo: "Maestro, veo tanto sufrimiento en el mundo que he decidido abandonar la meditación y marcharme a ofrecerle mi ayuda al prójimo, para tratar de aliviar sus penas". El Maestro lo miró por un instante sonriendo y simplemente dijo: "La gente del mundo sufre justamente porque no medita y tu quieres abandonar la meditación para aliviar sus penas? Si todos meditaran se eliminarían rápidamente todas las causas del sufrimiento que hay en el mundo".
¿En qué consiste la meditación?
La meditación, según el significado espiritual del término, no es un proceso de la mente, sino del espíritu. Ella pasa a través de dos etapas: una preliminar, que puede ser definida concentración, y otra final, que puede ser llamada contemplación. La contemplación consiste en recoger con devoción la atención en Dios, elevándola a su Centro focal en el cuerpo. Este Centro es llamado con varios apelativos por los místicos, Santos y Maestros; Jesucristo lo llama ojo puro, o literalmente ojo único(aplus en el texto griego, Mateo 6,22) y San Agustín lo define "ojo del alma" (Confesiones 7,10) mientras que en Oriente es llamado tercer ojo, o "decima puerta" para distinguirla de las nueve aberturas del cuerpo (ojos, orejas, narices, boca y las dos aberturas inferiores) ligadas al nivel sensorial.
Con el despertar del "ojo del alma" u "ojo interior", el espíritu humano puede contemplar la Luz de Dios, experiencia común a los mayores místicos y Santos, ya sean cristianos, del Oriente o del Medio Oriente: por tanto, todas las Escrituras afirman que Dios es Luz. y San Agustín y otros muchos Santos hablan en modo preciso de la manifestación de Dios como Luz.
Así mismo el espíritu humano posee un "oído interior" con el cual puede sintonizarse con el Poder divino o Palabra vibrante en toda la creación, el sagrado Sonido creador. La manifestación divina (o Espíritu Santo) en sus dos formas de Luz y de Sonido celestiales, fue experimentada por los Apóstoles en el día de Pentecóstes (Hechos 2,2-4).
¿La meditación es el alimento del alma del cual hablan las Escrituras? Para practicarla es indispensable realizar un estado de abandono interior?
La Vía espiritual debe ser recorrida con espíritu calmado y tranquilo. La meditación trae muchos frutos si la prácticamos predisponiéndonos con justo grado de receptividad. Debemos dejar todas las cosas a los pies del Maestro y de Dios, de manera que el tiempo que dediquemos a la meditación quede exento de pensamientos o preocupaciones. La meditación es el Pan y el Agua de la Vida de los cuales hablan todas las Escrituras.
¿La experiencia del Espíritu Santo recibida por los Apóstoles es similar a las experiencias presentes en otras tradiciones y puede constituír una base para la meditación?
Los apóstoles el día de Pentecostés alcanzaron el Conocimiento divino por medio del Espíritu Santo, o Poder de Dios en expresión, que se les manifestó como lenguas de fuego y Sonido de viento fuerte. Esta doble manifestación divina, la Luz y el Sonido celestiales, también está presente en las experiencias espirituales de los mayores místicos y Santos de las varias tradiciones. Nánek, el fundador de la religión de los Sikh, escribe: "dentro de ti está la Luz y dentro la Luz está el Sonido y ellos te unirán a Dios". La meditación práctica enseñada por un Maestro consiste en ponerse en contacto con estos dos Principios divinos, la Luz y el Sonido celestiales y permanecer en ellos el mayor tiempo posible. Las instrucciones para la meditación no aparecen reportadas detalladamente en los libros, los cuales solamente las mencionan, sino que son transmitidas verbalmente de Maestro a Maestro y ellos las imparten a sus discípulos.
¿Cristo enseñó la meditación e impartió enseñanzas específicas sobre la Vía espiritual, o dió solamente un mensaje moral y social a sus seguidores?
Varios Maestros del pasado trasmitieron un doble mensaje: el primero dirigido a las masas cuyo contenido eran enseñanzas de carácter moral y social, para mejorar la vida de los hombres y de la sociedad; el segundo era reservado a pocos discípulos y contenía las enseñanzas más profundas, de carácter interior y espiritual. Este es el motivo por el cual Cristo afirma: "Son muchos los llamados pero pocos los elegidos y Buda dice que entre millares de hombres que siguen la Vía, uno sólo alcanza el Conocimiento.
En los Evangelios no hay referencias específicas respecto a la meditación, sin embargo sabemos que Cristo pasó mucho tiempo en recogimiento, como por ejemplo durante su permanencia en el desierto, y que de noche meditaba y oraba. El buscador atento no puede ignorar las alusiones de Cristo expresas acerca de la meditación sobre el ojo interior cuando dice: "la lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo es único (aplus en el texto griego) todo tu cuerpo se llenará de Luz" (Mateo 6,22). y la cruz trazada con el sagrado crisma en el momento de la Confirmación en el centro de la frente testimonia la importancia atribuida a este Centro focal por los primeros cristianos.
Fueron pocos aquellos a quienes Cristo abrió las puertas de la experiencia interior: el día de Pentecostés, cuando fue enviado el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego y de Sonido de viento celestial, solamente pocas personas además de los apóstoles recibieron esta experiencia espiritual. El contacto con la Luz y con el Sonido celestial es lo que siempre ha distinguido la meditación enseñada por un Maestro del Orden más elevado, no importa a cual tradición él pertenezca.
¿Después de haber comprendido la importancia de conocerse a sí mismo, cuáles otros pasos son necesarios cumplir en el Camino hacia Dios?
Nuestro cuerpo y el nivel físico tienen importancia sólo porque son la habitación del espíritu, el cual por medio de ellos debe encontrar la Vía hacia lo alto, conociéndose ante todo a sí mismo y sucesivamente conociendo la Divinidad. Tu respuesta a los interrogativos de la existencia, sobre la necesidad de mirar dentro de ti, es exacta y se puede decir un compendio de las enseñanzas de todos los grandes Maestros del espíritu que vinieron de tiempo en tiempo y en lugares diversos.
Obviamente el conocimiento de sí mismo indicado por los Maestros no tiene carácter físico ni mental, porque el verdadero sí mismo es el espíritu divino que mora en cada ser viviente. De la misma manera, los medios para conocerlo no pueden tener una naturaleza distinta a la espiritual. Dado que el espíritu humano tiene la capacidad de "ver" y de "oir", la meditación trasmitida por los Maestros desde épocas remotas, que ha llegado hasta nosotros por su gracia, consiste en contemplar la Luz interior y en escuchar el sagrado Sonido omnipresente, las dos manifestaciones del Poder de Dios en expresión. Este Sonido también es denominado Espíritu Santo, Palabra, Naam, Shabd, etc. por las diferentes Escrituras.
¿Cultivar el optimismo y la alegría junto con el amor y la paz, ayuda durante la meditación?
Junto al amor se debe cultivar la calma interior, la cual se ayuda con un programa de meditación diario. La meditación y sus dificultades no pueden superarse con desánimo; Santos son aquellos que no se han rendido nunca. Sólo el optimismo da la fuerza y las vibraciones necesarias para expandir nuestra conciencia y sintonizarnos con el Todo. No es la falta de experiencias la que origina el desánimo, sino que (parecería una paradoja) es el desánimo el que impide alcanzar las experiencias. Por tanto debemos sentarnos con optimismo, fe y alegría y en este modo todas nuestras energías fluirán automáticamente hacia lo alto y se recogerán sin esfuerzo en su Centro focal, llevándonos rápidamente frente a la Luz de Dios.
¿Cuáles son los atributos de la Divinidad y cómo podemos realizarlos?
Los atributos que generalmente acompañan la Divinidad son: Luz, Amor, Vida. Nínguna de estas tres cosas se puede resumir en una fórmula o pueden ser descritas. Estas pueden ser comprendidas solamente por medio de la experiencia personal y juntas constituyen una verdad indescriptible. Todo lo que es descriptible o que se puede encuadrar en formas, fórmulas etc. no puede ser atribuído a la Divinidad.
Por tanto, todos los Maestros que nos precedieron invitaron a no quedarnos prisioneros de las prácticas exteriores -que tienen el fin de desarrollar los primeros pasos de la devoción- y a evitar todo los símbolismos. La Verdad no es algo que sirve para excitar la fantasía, sino junto con el Amor y la Vida del espíritu, es algo que puede ser experimentado como un mar de beatitud, de Conocimiento y de paz inenarrables; Dios se manifiesta al alma en sus formas primarias de Luz y de Sonido celestiales, cuyo contacto abre el camino al Conocimiento más elevado: el Conocimiento de sí mismo y de Dios. La mente humana es la responsable de la separación entre el hombre y Dios ya que está alimentada por el ego.
¿Es correcto usar el término Maestro para definir un auténtico enseñante de Espiritualidad?
El término Maestro en el campo de la Espiritualidad ha sido utilizado desde hace siglos en todo el mundo y también en la tradición cristiana, como por ejemplo por San Juan de la Cruz, en el caso de Maestro Eckhart, etc. En algunas ediciones de la Biblia encontramos la exhortación a no llamar a nínguno "Maestro" (sin embargo el original dice Rabí) y a no llamar a nadie "Padre" (Mateo 23, 8-9): como quiera estos dos términos han sido consolidados por una larga tradición que los ha convertido en términos prácticamente insustituíbles.